DIARIO DE UNA ALBAYZINERA 1920

Ciber-novela por entregas en formato de Diario

20 JUNIO DE 1920, DOMINGO

Narrado por la autora
MaRGaRiTa MaRíN


Querido Diario:

Hoy era el almuerzo de todos los maestros nacionales de la capital que el Sr. Montealegre, Presidente del Comité de Festejos Municipal, viene celebrando desde hace años al finalizar las fiestas para agradecer su esfuerzo en la organización y puesta en marcha del Festival Infantil que un año más volvió a ser un éxito.

Nada que envidiar porque nosotros también tuvimos hoy nuestro propio almuerzo en Güevéjar para celebrar la boda de mi prima que seguro ya na más que en el menú le dábamos mil vueltas.

Salimos bien temprano en el coche que Padre había tramitado para poder llegar a tiempo a la misa, y una vez casadicos nos fuimos pa’la cortijáh a celebrarlo a la generala. En teoría hoy padre tenía que salir en la procesión de la novena con el Corazón de Jesús pero le pidió a un compañero que saliera de macero en su lugar para poder venir con nosotros a la boda.

Pasamos un día de campo precioso. Nuestras buenas viandas, un arroz con conejo enorme y buenísimo que hizo mi tía, que no le faltaba un detalle, y leche frita para merendar. Nuestros merceores, nuestras coplillas, nuestros paseos y charlas.

Allí estuvimos comentando que había leído en el periódico el anuncio de que alquilaban dos pisos nuevos en los Cármenes de Gadeo para veranear y que en cambio si a mí me dieran a elegir, antes de irme pa’llá, me iría a pasar el verano allí al cortijo con ellos o a Torrenueva como hacía mi madre de chica, que siempre cuenta maravillas de sus recuerdos en esas largas estancias en la playa que pasaban de niñas.

Y es que Tita Encarnita padecía de un mal en los ojos (o no sé qué) y el médico le recomendó el agua de mar para aliviar sus molestas dolencias. Así que Papa-Antonio alquilaba una casica por allí para todo el verano y se iban todos, incluida Mama-Felipa a darse baños.

Iban en diligencia hasta Vélez de Benaudalla que había un cambio de postas, allí hacían noche para descansar del viaje, y al día siguiente ya emprendían el resto del camino hasta la playa.

Cuenta madre que para bañarse, había un tío dentro del mar, el bañista le llamaban, sujetando una soga a las que todas las chiquillas se agarraban para no ahogarse mientras se bañaban y que utilizaban un vestido blanco largo, como un camisón con una cola, para que al salir del agua, ésta, al arrastrarla por la orilla, le despegara la tela del cuerpo y no marcara sus pudorosas formas femeninas.

En verdad hasta el año en que Madre destetó a Adora estuvieron todos yendo a Torrenueva, yo incluida, aunque no me acuerdo, pero a mi Tita Encarnita por lo que fuera dejó de interesarle los baños y perdieron la costumbre del veraneo familiar. El caso que para cuando nosotras nacimos estaba ya recién inaugurada línea de autobuses Motril-Granada y lo de las diligencias ya prácticamente no se estilaban.

https://www.youtube.com/watch?v=382rfllFXcs

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2 Comentarios

  1. Paco Julio Jr 20 junio 2020

    No me extraña lo del bañista y la cuerda. Esos atuendos eran una trampa entre lo largo y el peso de la tela empapá. Tengo un libro herencia de mi abuelo Álvaro donde aparecen fotos de “hermosas bañistas” de aquellos años, aunque hollywoodienses, con lo que el traje iba un tanto adelantao para lo que se veía por aquí.

    • MARGARITA MARIN 22 junio 2020 — Autor de la entrada

      Los trajes de baño de finales del S.XIX (época en la que Concha-Madre iba de veraneo) podían llegar a pesar más de 5 kg mojados. te descuidas y sería como si te meterse en el agua con un saco’papas de lastre… ¡Pa’haberse matao!

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