Querido Diario:
El Ricardico ha aparecido muerto en la plaza de los Tiros. ¡Qué lastimica, mare! Al parecer ha sido por un ataque de alcoholismo agudo.
Ricardico, un personaje muy conocido por su desgracia, era un muchacho que nació con retraso y era muchas veces víctima de la cruel diversión de los chiquillos, que se reían de él y le chinchaban.
Las cosas de los niños pero a mí personalmente me producía cierta ternura su condición y vulnerabilidad, y siempre que veía alguna injusta chanza contra él les montaba la calle a los chaveas regañándoles para que lo dejaran en paz.
Y a eso ahora le añades la columna de hoy de (Antón) Muñoz García para que se te rompa ya el corazón en mil pedazos… Leo:
“Es una de esas tardes frías y tristes de invierno.
Llueve fuerte, las aceras llenas de lodo hacen resbalar a los transeúntes que presurosos marchan en busca de abrigo. Por el centro de la calle circulan los tranvías abarrotados de gente con los cristales empañados por el vaho cálido que se respira entre aquel apiñado grupo.
En los coches los infelices áurigas van entumecidos en lo alto del pescante fustigando a la pobre bestia que arrastra el vehículo. En los dinteles de las puertas de las casas se guarecen de la llovizna los desgraciados mendigos que esperan el paso de cualquier ciudadano para asaltarle pidiéndole ¡Caballero, una limosna por Dios!… Todos, todos marchan deprisa para salir pronto del aire frío que despiadadamente azota los rostros y hace entumecer los cuerpos…
En los cafés se respira una atmósfera que conforta los cuerpos de los que felizmente cuentan en sus bolsillos algunas monedas para adquirir la humeante copa de café…
En cambio, por la calle van desfilando los mendigos, harapientos niños, mujeres y ancianos, con las huellas del hambre retratadas en sus amarillentas caras… Este, es el cuadro de miseria que presenciamos, en las calles, en las plazas, en las puertas del teatro, de los templos… Implorando… gimiendo… suplicando ¡un pedazo de pan!… Es la miseria que padece un pueblo civilizado… Un pueblo que a tiros quiere también civilizar, moralizar a un pueblo salvaje… ¡Qué ironía! ¡Qué sarcasmo!”
(Texto original de la columna escrita por Antón o MUÑOZ GARCIA y publicada en El Defensor de Granada el 11 de Noviembre de 1920
¿Cucha, qué? ¿Cómo te has quedao, eh?
¡A mí ya me ha dao er día der tó er gachón!
¡Asco’mundo, cogollos!