DIARIO DE UNA ALBAYZINERA 1920

Ciber-novela por entregas en formato de Diario

12 JULIO DE 1920, LUNES

Narrado por la autora
MaRGaRiTa MaRíN


Querido Diario:

¡Mare mía!

¡La industria librera en peligro!

Hace unos días la Federación Española de productores, comerciantes y Amigos del Libro elevaron al presidente del Consejo de Ministros una serie de peticiones para que esta industria pueda evitar el peligro de paralizarse y sucumbir.

En concreto, los editores piden la libre importación del papel. Y para conseguirla solicitan la ayuda de la prensa, precisamente la industria más damnificada en este tema que en virtud del mantenimiento de un régimen arancelario que ampara a título de proteccionismo nacional uno de los trust (esos) más agresivos e intolerables: El de la fabricación del papel.

El editor tanto de libros como de periódico vive sometido a una voluntad totalitaria que facilita el papel que le parece conveniente y a precios capaces de estrangular a la industria más vigorosa. Y lo mismo que ahora se ven ahogadas las empresas editoriales por la escasez y carestía del papel, se verían los periódicos españoles si no existiera la protección del Estado.

El problema del papel se ha agravado tanto que no es ya la cuestión del precio lo que más preocupa sino la carencia misma del artículo que hace imposible la vida de la empresa editora y tienen que renunciar no solo editar libros nuevos sino incluso, a reimprimir aquellos otros que ya saben de antemano que gustan al público y van a ser comprados.

Total, que no hay otro remedio que la anulación del arancel del papel, ya que la ley de Subsistencia la autoriza expresamente, y no se necesitaría más trámite que una sencilla Real Orden.  

No sería más que deshacer lo que está mal hecho.

Que digo yo que si bien el Estado vería menguado sus ingresos por este concepto, peor sería que las miles de personas que ya están empezando a despedir se quedaran sin medio de subsistencia, con el que a su vez también contribuyen al Estado, no sólo a lo que se refiere como medio de difusión, cultura o arte, sino, además, de lo que aportan económicamente también todas esas personas con sus trabajos y capacidad de consumo.

Imagínate uno que trabaje en una imprenta que se queda sin trabajo. ¿Cómo va a pensar su mujer nunca en ir a la modista a hacerse un vestido? Vamos, que terminaríamos todos yéndonos a la ruina.

¡Que el trabajo no puede faltarle a nadie!

¡De ninguna de las maneras!

Es pura lógica. Hacer otra cosa sería cómo echar piedras sobre tu propio tejao. Además de que, cómo está tan caro, no se compra papel y tampoco se están pagando los aranceles de lo que no se vende porque no se puede comprar. Tampoco el Estado va a notar mucho la diferencia si lo quita.

En realidad, si dejarán entrar el papel libremente, las empresas editoras dispondrán del papel que gustasen y a precio más equitativo.

Pero lo que no puede ser es un país sin trabajo y sin libros.

¡El acabose, vamos…!

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